Al Pereira tiene pesadillas en las que sueña que se enfrenta con las Alligator Ladies, un trío de viciosas malandrinas hijas de Fu-manchú (Debbie Logan, Carmen Montes, y Paula Davis) enviadas para acabar con él. Pero el casposo detective también tiene que lidiar -en sus pesadillas o en su realidad- con el director de la película, que nunca está de acuerdo con lo que hace o dice su personaje.
AL PEREIRA VS. THE ALLIGATOR LADIES es una película que pone un punto y aparte en la reciente filmografía de Jess por diversas razones. Es la primera película tras la pérdida de Lina Romay, y en gran parte su fallecimiento es el detonante más directo de la producción del film, como reconoce el productor Ferran Herranz en la entrevista de la Abadía de Berzano. Paradójicamente, la presencia de Lina no se manifiesta más que en las pelucas, vestuario y complementos que ella lució y ahora lucen las Alligators, ya que su nombre no se menciona por expreso deseo de Jess. Por otro lado, la película supone una vuelta (parcial) a un cine más o menos narrativo, y en concreto a la comedia, género que el director había abandonado en 2002 con KILLER BARBYS CONTRA DRÁCULA. Y por encima de todo ello, la vuelta de Al Pereira/Antonio Mayans/Robert Foster, con quien Jess no rodaba desde SNAKEWOMAN (2005) y no producía desde CIUDAD BAJA- DOWNTOWN HEAT (1994). Detrás de esta conjunción de factores hay que agradecer el empeño de Ferran Herranz, francomaníaco de pro, analista de su obra y ahora fan-productor, que ha sido la verdadera fuerza motriz de este último impulso del incansable Jess. La amistad que une a Herranz y Mayans ha determinado -menos de lo que deseaban, eso sí- el estilo de la película, que desde su origen buscaba apartarse del experimento erótico-audiovisual de los últimos años y recuperar las peripecias de Al Pereira. Pronto se dieron cuenta que, a pesar de ser dos contra uno, la batalla estaba prácticamente perdida.
De esa batalla trata en gran medida AL PEREIRA VS. THE ALLIGATOR LADIES (APVTAL) y ahí encuentro sin duda sus mejores hallazgos. Habría que decir que estamos entonces en el terreno del documental, y por momentos eso parece, aunque ya existen al menos dos documentales independientes (alguno más permanece a medias) surgidos a la sombra del rodaje de APVTAL: TÍO JESS (Víctor Matellano y Hugo Stuven Casanovas, 2012) y A RITMO DE JESS (Naxo Fiol, 2013), dos trabajos que engrosan la lista de documentales/diarios de rodajes franquianos, como el memorable VAMPIR-CUADECUC (Pere Portabella, 1971), a partir de EL CONDE DRÁCULA, o ANTENNA CRIMINAL (Brian D. Horrorwitz, 2002), a partir de BLIND TARGET. Es evidente que los rodajes de Jess Franco siempre han despertado el interés documental, desde un punto de vista tanto informativo como de creación.
Pero en la naturaleza de APVTAL, o de su director, no está en ningún caso el documentar una realidad concreta, y menos la realidad del rodaje. Eso significaría darle al rodaje categoría de acontecimiento digno de recordar, y nada hay más alejado de la forma que tiene Jess de entender su trabajo. Prueba de ello es que apenas hay precedentes de esta aparición del director haciendo de sí mismo en los más de cincuenta años de películas que lleva a sus espaldas. Detalle bastante curioso si tenemos en cuenta que sí es muy frecuente verle hacer cameos en sus pelis, y que el tema del cine es una constante desde TENEMOS 18 AÑOS (1959). Pocos casos vienen a la mente: EL SEXO ESTÁ LOCO (1981) es el más evidente por su fuerte contenido metacinematográfico, el cameo del tío Jess como director de cine en ROBINSON UND SEINE WILDEN SKLAVINNEN (1972), apenas un chiste, y el rodaje de VAMPIRESAS 1930 (1960), que tiene bien poco de documental y mucho de fantasía cinéfila tipo CANTANDO BAJO LA LLUVIA.
Es por ello que no considero que en la película tenga demasiado peso la reflexión sobre la creación cinematográfica, sino que la película parte de una situación tan límite que la realidad del rodaje acaba asomando a la fuerza por las grietas de la ficción. Y por situación límite no me refiero a la economía paupérrima de producción (algo que Jess tiene más que asumido y superado), sino a la vuelta a unos planteamientos de producción que por muy flexibles que hayan sido (y me consta que lo fueron), ya no le eran propios, sino que le venían “impuestos” de fuera. Y además sin contar con la insustituible mediadora que siempre estaba allí: Lina. Por eso da la sensación que la película se cuenta contra -o a pesar de- sí misma, en una especie de lucha interior divertidísima y fascinante. AL PEREIRA VS. THE ALLIGATOR LADIES es en definitiva la historia de la tensión entre Jess Franco y el resto del mundo (del cine), siendo Al Pereira la encarnación de ese cine torpe, santurrón, y cobarde, y siendo Jess Franco las mujeres lagarto, inteligentes, carnales y audaces. EL CINE VS. JESS FRANCO podría haber sido un título más obvio pero igual de acertado. “Este show lo he visto más de mil veces, me dais asco” dice Al Pereira ante los frotamientos lúbricos de dos lagartas.
La película que el tío Jess quería hacer de verdad se llamaba -durante unas horas al menos- “Culitos in the night”, pero sus personajes, sus actrices y sus productores querían otra cosa. Más allá de la anécdota, este hecho (bien documentado en el corto TÍO JESS) ilustra perfectamente lo que para mí es APVTAL y en consecuencia es una de sus mejores bazas. Gracias a la cual las consabidas escenas ralentizadas de actrices metiéndose mano se intercalen con exabruptos de Al Pereira/Antonio Mayans (“soy un private eye, un ojo privadísimo”), o con intervenciones insólitas del equipo técnico y hasta del propio Jess peleando por dirigir las escenas. De forma que AL PEREIRA VS. THE ALLIGATOR LADIES se acaba convirtiendo en un artefacto único: una crónica ficticia de su propio fracaso como ficción y en la película más autobiográfica de Jess Franco desde EL SÁDICO DE NOTRE DAME (1979). Obras ambas situadas en el mundo de la ficción pero con un pie bien aferrado a la realidad personal del director.
Hacia el tramo final de la película, un corro goyesco de puro carnaval interrumpe la narración, que se atomiza de pronto en varias situaciones inconexas cuya única relevancia es que las identificamos inmediatamente como escenas franquianas: la llegada a un misterioso hotel de unas turistas (con un alucinante uso del plano secuencia), la llamada del más allá durante el sueño, el criado retrasado, la pareja de amigas descocadas y hasta el drama familiar con la aparición del hijo de Al Pereira, Sal Pereira (mítico Luisje Moyano). Como dice el detective al final, citando a Macbeth, “esta es una historia contada por un idiota, llena de ruido y furia, que no significa nada”. Y para zanjar la tensión dialéctica que antes comentaba, Jess Franco remata tras los créditos con un: “Al Pereira ha quedado como un gilipollas absoluto pero no tiene importancia”.
Rodada en los alrededores de Málaga en poco más de una semana de julio de 2012, AL PEREIRA VS. THE ALLIGATOR LADIES recupera las arquitecturas arábigas del hotel Sol Príncipe de Torremolinos y se conecta así con JUEGO SUCIO EN CASABLANCA (1984), que no sólo se rodó también allí, sino que hablaba también de personajes de ficción que se rebelan contra su creador y de las obsesiones que atormentan a los autores. Esa agradable sensación de déjà-vu se completa con los familiares temas de Pablo Villa en la banda sonora y con la fotografía de Fernando Barranquero, que por momentos parece dialogar con las composiciones del añorado director de foto Juan Soler.
AL PEREIRA VS. THE ALLIGATOR LADIES se estrena hoy en cines de Madrid y Barcelona, en concreto el Artistic Metropol (ejemplo pionero de fan-distribuidor) y el Maldà Cinema, lo que supone el primer estreno oficial en cines desde KILLER BARBYS (1996).
